¿Cómo vamos a pretender que nuestros hijos sean seres creativos o curiosos si no les damos tiempo para experimentar? - César Bona
A mi hijo le encanta el mundo cuadrado de Minecraft, uno de los más exitosos videojuegos de la historia, llamativo a simple vista por el diseño de sus gráficos... ¡son pixelados!
Es un juego de construcción virtual que consiste en construir mundos mediante bloques, crear escenarios e ir avanzando mientras descubre animales, poblados, elementos de la naturaleza..., construye objetos y recoge diferentes materiales.
Es un juego dinámico y con infinitas posibilidades de creación. Dependiendo del modo que elija, survival o creativo, tendrá unos objetivos que cumplir u otros.
Creepers, mobs, redstone, obsidiana, mesa de crafteo... son palabras recién incorporadas a su vocabulario. "Me pongo en creativo" es una de las frases que más le escucho y que ha aprendido al observar a los youtubers jugar.
Por su curiosa estética, además de revolucionar la industria del videojuego, se le ha llamado 'el LEGO de los videojuegos', dando pie a la juguetera danesa a crear su propia versión con piezas de construcción. Con él, se lleva el juego a la vida real, y los niños pueden facilmente materializar los mundos tal y como aparecen en el videojuego. Es realmente útil que puedan crear edificios y construcciones, como si de un arquitecto se tratara. (He de decir que el niño no juega al videojuego, puesto que tiene 6 años y la edad recomendada es a partir de 8, pero sí juega con las piezas de Lego y construye sus propios mundos a partir de lo que ve en los videos que graban los youtubers).
- El videojuego tiene un alto componente de proactividad, o como me gusta llamarlo, desarrolla un alto grado de 'espabilismo' (nueva palabra a incluir en un curso de enseñanza del español). Me explico: si el niño quiere conseguir algo, tiene que ir a por ello y proporcionárselo él mismo; por ejemplo, si quiere hacer los muros de un edificio deberá primero conseguir bloques de piedra que haya extraído de una mina, en la que ha picado durante horas.
- Experimenta con cosas nuevas: las posibilidades de creación de mundos son infinitas.
- Desarrolla nuevas habilidades, presta atención, observa y comprende el mundo real a través de su aplicación práctica en el juego.
- Expande su creatividad: abre la imaginación y la posibilidad de poner en práctica sus ideas, de construir lo que tiene en mente.
- Adquiere nuevas destrezas como visión espacial, creación de espacios...
- Se divierte a la vez que aprende nuevo vocabulario y adquiere soltura al expresarse.
- Explora el juego libre.
- Desarrolla la psicomotricidad fina al manipular las piezas.
- Cuando se socializa con sus compañeros (otros locos del juego como él) comentan posibilidades e inventan entre todos cómo sería su propio Minecraft World.
- Nos conecta y fomenta la relación madre-hijo, ya que le encanta contarme historias que ocurren en sus mundos virtuales.
- Con el interés que muestra por las construcciones "en miniatura", puede que esté dando señales de su futura vocación, es decir, que esté en su elemento.
Para las aulas se ha creado Minecraft: education edition, una versión usada como plataforma de aprendizaje para afianzar conocimientos y desarrollar una educación interactiva en la que se diviertan a la vez que aprenden. Las antiguas civilizaciones o el conocimiento de materias científicas tienen cabida en esta versión con alto componente lúdico-didáctico.
Apostamos por las nuevas formas de aprendizaje que despiertan interés en los niños y con las que desarrollan su creatividad y nuevas habilidades, sobre todo a través de plataformas digitales, un nuevo escenario en el que los niños se moverán de aquí en adelante, obviamente... dándole un uso moderado.
Ahora que llega el verano, mi hijo y yo pasaremos horas compartiendo historias y construyendo mundos. Y vuestros hijos ¿también juegan con Minecraft? ¿qué beneficios les aporta?