Cómo gestioné mi divorcio de manera respetuosa

Este post ha llegado a mí a raíz de una breve conversación que tuve con mi madre hace unos dias. Llegó con una revista en la mano animándome a que leyera un artículo que le gustó. Me dijo: mira, para que te lo leas, ahí hablan de cómo es el divorcio perfecto. Y siguiendo mi curiosidad, le pregunté: ahh! ¿y cómo es? y me dijo: pues... como tú lo has hecho!

Quizá "perfecto" sea muuuucho decir, pero sí que procuré tratar la situación desde un punto de vista más humano a como estamos acostumbrados a ver que se resuelve este tipo de situaciones. Iba actuando según iba sintiendo. 

Lo que narro a continuación es mi experiencia, cómo viví ese duro proceso, por qué tomé unas decisiones en vez de otras, desde qué lugar las tomé y qué conclusiones extraje. Ahí va!

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Cada día somos más las mujeres que preferimos dejar una relación de pareja que "ya no va" en lugar de permanecer en ella "aguantando para toda la vida", como solían hacer las generaciones previas.
En esta nueva era de apertura de la conciencia nos estamos dando cuenta de que es preferible soltar lastres a llevarlos incómodamente puestos para siempre, aunque eso implique renunciar a muchas cosas, como una vida cómoda y segura, pero falta de amor.

Me gusta decir que, hasta ese momento de lucidez, estaba "cómodamente instalada en la infelicidad" y no contaba con la suficiente motivación o no era capaz de tomar acción para salir de esa situación que tanto dolor me producía. Prefería mirar a otro lado y dejar pasar el tiempo, esperando que las cosas se arreglaran por sí solas.
Pues bien, la verdad es que ese momento mágico nunca llegó y podía haber estado instalada en la queja, el dolor, la frustración y el mal rollo hasta el fin de mis dias. Y un dia tomé la dificil decisión.
En ocasiones, tomar la iniciativa no está en nuestros planes y menos en algo tan complicado como es romper una pareja o una familia. 



Cuando una mujer se plantea dar el crucial paso de dejar una relación, necesita sopesar bien los pros y los contras que esa acción conlleva. Incluso si hay hij@s nacidos en la pareja, la decisión se hace más espesa. Por tanto, hace falta mucha reflexión e introspección. En esos momentos aparecen emociones enfrentadas que es necesario gestionar con toda la claridad y la calma con la que se cuente, y me atrevería a decir que el hecho de que sea bien o mal llevada, depende enteramente de nuestra capacidad humana, puesto que es una situación que te pone a prueba como persona.

Parece que las palabras "separación" y "divorcio" son sinónimo de lucha, de ataque, de fastidiar al otro, de montar nuestra propia "guerra de los Rose", de ganar, ganar y ganar...
Es mucho más sencillo que todo eso. Al menos para mí lo fue cuando me di cuenta de algo. Cuando eliminé las etiquetas que por defecto añadimos de odio, rencor, represalias, etc. y me quedé con la esencia del asunto: 

no quiero seguir en esta relación por estos motivos... 

Ahí me responsabilicé de la situación. 
Y una vez lo tuve más o menos claro, todo fluyó de otra manera, más sana, más respetuosa, más empática, buscando el bien de los dos y de nuestro hijo. Sin perjudicar a nadie, sin buscar culpables, solo poniendo en claro mis ideas y tratando de aportar soluciones buenas para todos.


En una separación o divorcio RESPETARSE es la clave,
esto es, buscar soluciones que vayan bien a todos

Que sea más o menos respetuoso está en nuestra mano, y que derive en una vida tranquila y en paz con el padre de tus hij@s va a depender de:

- Primero ser honesta conmigo misma y con mis propios sentimientos y preguntarme qué consigo yo peleándome: ¿es por orgullo? ¿por rencor?, quiero ganar ¿por acaparar bienes materiales? ¿por fastidiar al otro? Sinceramente creo que una cosa es querer lo que consideras que es justo para ti y otra muy distinta es actuar para perjudicar al otro a toda costa. Yo elegí la primera opción. No cabía otra en mi vida.

- Parece que antes, con los divorcios, se luchaba encarnizadamente por dinero. Quizás ahora, debido al cambio de conciencia, las nuevas generaciones buscamos algo más pacífico y más conectado con nosotros mismos, como es negociar por lo que es justo para los dos. ¿Qué se persigue con esto? Poner punto y aparte a una historia en común, de manera amistosa y por el bien de los hij@s y de los dos. Vivir una vida tranquila y con sentido, lejos del sufrimiento y de las guerras perpetuas, y crear una nueva oportunidad para ser feliz, para reinventarse, para vivir de una manera más conectada, asimilando los errores del pasado. 

El divorcio es una oportunidad que nos brinda 
la vida para reinventarnos

- Perdonar, soltar y aceptar las experiencias, extrayendo un aprendizaje de ellas. Una relación es cosa de dos y las buenas o malas experiencias también están construidas por los dos, por lo que darme cuenta de que no hay únicos culpables, sino que cada uno tiene su parte de culpa, me ayudó a responsabilizarme de mi parte y aprender del error. 

- Recordar que mi ex y yo durante un tiempo formamos un equipo que perseguía un objetivo común: criar y educar a nuestro hijo. Ahora es incluso más necesario estar cohesionados como expareja y seguir construyendo ese objetivo aún por separado, sin utilizar a los hijos como moneda de cambio para hacer daño al otro. Con esto, los perjudicados serían los niños que se ven vulnerables e impotentes en medio de un conflicto de adultos. No se verán tan afectados por el divorcio si los padres somos capaces de gestionarlo adecuadamente, sin meterlos por medio, sin hacerles partícipes de las decisiones. Sólo si cooperamos entre nosotros por hacerlo lo mejor posible, los hij@s podrán adaptarse adecuadamente a la nueva situación.

- En esta circunstancia, más que en ninguna otra, debe imperar el diálogo y la consigna del win-win, TODOS GANAMOS, las dos partes, tanto los padres como l@s hij@s. Ver las cosas desde esta perspectiva hace que las decisiones tomadas estén compensadas y traigan un beneficio para todos.

- Darme cuenta de que soy la única responsable de la consecuencia de mis decisiones. Un divorcio es un proceso personal que hay que atravesar. Es un camino por hacer y que afecta en gran medida a todos los miembros del sistema familiar. Sin perjuicio de lo que pensaran los demás, fui tomando las decisiones que consideré correctas y no lo considero EGOISMO, sino AMOR PROPIO. 

Si te encuentras en esta dificil situación, te invito a que, aún con miedo e incertidumbre por lo que venga más adelante, vayas dando pasos, despacio, sin apresurarte a tomar decisiones, sino cuestionándote cada circunstancia, y escuches cómo reacciona tu cuerpo, qué vas sintiendo. Cuando elijas algo y te quedes con una sensación de paz y bienestar, es que estás tomando la decisión correcta para ti y seguramente no implicará atacar o hacer daño a los demás. 


Si aún estás indecisa, te animo a que apuestes por dar un SI a la vida, por darte una nueva oportunidad, por conocer gente nueva, hacer otras actividades con tus hij@s, de conectarte contigo misma y recordar qué te gustaba hacer antes de volcarte en exceso a tu familia y tu trabajo. Juega, disfruta, empieza a pensar un poquito más en ti y en tu felicidad. Esto revertirá positivamente en tus hij@s.

Porque de eso trata la vida, de ser feliz y sentirse plena. Y cuesta un poquito al principio, exige de ti, pero merece la pena. Las cosas se consiguen con empeño y perseverancia. Si muchas antes han podido, ¿por qué no nosotras?


Esta es mi experiencia. Si te sirve y te inspira a actuar desde otro punto de vista más constructivo, me doy por satisfecha.